viernes, 24 de octubre de 2008

Entrevista de Sofía que moralizó a mucha gente


El gobernante Daniel Ortega y su esposa consolidan su proyecto político basado en “el control total y absoluto” del Estado, según esta experta, que ve en la persecución de periodistas, intelectuales y medios de comunicación las mismas mañas autoritarias que sufrió el país durante la dinastía somocista.


Carlos Salinas Maldonado
domingo@laprensa.com.ni

Sofía Montenegro no sólo es una de las voces más críticas del Gobierno que encabezan Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo. Sus juicios, fuertes y frontales, sobre esta Administración también la han convertido en uno de los personajes más perseguidos por la justicia estatal y atacada por los medios oficialistas, hasta el punto que dice estar casi segura que lo que le espera es la cárcel, para la que está “psicológicamente preparada”.

Las últimas semanas han sido especialmente duras para esta feminista, defensora férrea de los derechos de las mujeres. Ella y el periodista Carlos Fernando Chamorro han sido acusados por el Gobierno y los medios oficialistas de triangular y lavar dinero a través de la Fundación Cinco, que trabaja proyectos de investigación, comunicación y periodismo. El resultado fue un espectacular allanamiento en las instalaciones de la fundación por parte de representantes de la Fiscalía, que en una acción digna de película policíaca y acompañados de oficiales armados hasta con mazos, decomisaron computadoras y documentos de la institución.

Además, los medios oficialistas critican el pasado familiar de la feminista, comparándola con su hermano Franklin Montenegro, colaborador del régimen somocista. Acción que ella califica como “patética” y como una “completa muestra de falta de ética, de humanismo, de respeto por el dolor ajeno”. Y acusa a la pareja presidencial de revivir divisiones históricas en la sociedad nicaragüense, que habían comenzado a cicatrizar con el inicio de la democracia en la década de 1990.

Sofía Montenegro compara en esta entrevista ese actuar del Ejecutivo con el de una mara, las pandillas que siembran el terror en los países del norte de Centroamérica.
“Tenemos un Estado mara que actúa, se comporta, maneja la realidad como la manejaría una pandilla; además tiene recursos, armas, fuerza, poder y se cubre con un velo —bien ralo— de la legitimidad que pudo haber tenido por el proceso electoral, pero que se ha deteriorado rápidamente”, expresa Montenegro. La experta dice que el contrapeso a ese actuar se conseguirá con una victoria masiva de la oposición en las municipales de noviembre, a pesar del fraude que según ella ya está “montando”.

Un triunfo de la oposición “abre la posibilidad de que se recomponga la correlación de fuerza y un espacio de negociación para poder sostener el Gobierno”, dice Montenegro, quien además augura “grandes sorpresas” después de las municipales.

¿Ustedes previeron que las cosas iban a ser así, tal y como ha ocurrido con el allanamiento a Cinco y las críticas del oficialismo?
Pensábamos que no iban a ser tan grotescos, tan evidentes, pero es obvio que no hay ningún atisbo de refinamiento, de inteligencia, que les permitiera hacer el atropello de una manera menos burda, porque es tan transparente y tan burdo el procedimiento y el comportamiento que ya nadie en Nicaragua, con excepción de la parroquia del orteguismo, está comprando esta historia como un acto legítimo de parte del Gobierno. Hay procedimientos anteriores. Carlos Fernando y yo ya vivimos este tipo de mentalidad durante el asalto de Barricada. Probablemente el proceso de fascistificación del Frente Sandinista y del propio Daniel Ortega comenzó desde 1994, cuando defenestraron a la redacción de Barricada, asaltaron el periódico y sacaron a Carlos Fernando Chamorro.

¿Cuáles son las similitudes entre ese hecho y el actual con Cinco?
La arbitrariedad y la voluntad omnímoda, por encima de cualquier argumento, razón, ley, estatuto, sea del Estado de Nicaragua o del Frente Sandinista. (Daniel Ortega) Es una persona realmente bruta, en el sentido del uso violento de todo tipo de recursos y de fuerza. Aquí no ha habido intentos de conversación, diálogo, y no lo va haber. Hay gente por ahí esperanzada de que tal vez la crisis desemboque en un diálogo, yo creo que están esperando lo imposible. Son completamente refractarios a la razón, al argumento, a la ética. Cuando digo que ellos están locos, no lo digo en términos peyorativos, lo digo en términos clínicos. Esto no se resuelve con argumentos de principios democráticos, conciencia política, argumentos fundados en la razón, porque no estás hablando con seres racionales; es una voluntad ciega, sedienta de poder a cualquier costo, no hay escrúpulos. Entonces el poder se vuelve un poder brutal, absoluto, y ésa es la tónica de la parafernalia con la que se rodean, como si fueran una suerte de reyezuelos, monarcas del trópico, monarcas bananeros.

¿Aquel hecho de Barricada fue igual de violento?
Había sectores que llegaron armados de piedras y palos a los portones del periódico. Fue un linchamiento. En aquel entonces doña Rosario manejaba un suplemento que se llamaba Ventana, en el que ella escribió que éramos agentes de la CIA, el ataque contra Carlos Fernando porque era Chamorro. Es lo mismo, pero peor, porque en aquel momento ellos ya habían sido desalojados del poder. Creo que una de las razones del odio enconado contra Carlos Fernando y contra el apellido Chamorro, tiene que ver con el sufrimiento psicológico que le produce a Daniel Ortega, porque para mal de sus pecados y del remate, resulta que doña Violeta Chamorro es una mujer mayor, sin mayor experiencia política, y lo desaloja del poder. En la cabeza de Daniel Ortega el poder era de él, y viene una Chamorro y se lo quita. Así es como lo vive y lo lee.

¿Es resentimiento hacia la familia Chamorro?
Sí, político y psicológico. Daniel Ortega al día de hoy no puede creer que la revolución se haya perdido en esas votaciones y que le haya tenido que entregar el poder a doña Violeta Chamorro. Está emblematizando y focalizando todo ese resentimiento social, todo ese odio y esa furia reprimida contra Carlos Fernando. Intentan enlodar, de la manera más asquerosa, el prestigio de una persona como Carlos Fernando, y de paso también conmigo, que hay saña por otras razones. Esto no viene desde ahorita, esto es anterior al caso de Zoilamérica Narváez, es un odio histórico. Ese gigantesco resentimiento por el desalojo en 1990 lo estamos pagando ahora.

¿Cree que esto va a terminar con ustedes en la cárcel?
Es probable. Carlos Fernando y yo estamos psicológicamente preparados para ello. Ya hemos tomado la decisión de que no nos van a doblegar y que nos lleven a la cárcel, en el Estado de indefensión, impotencia y el uso aplastante del poder de la manera más grotesca, autoritaria y abusiva. Porque estamos ya frente a un régimen con características fascistas, y en un régimen con características fascistas no hay derechos humanos, ni ciudadanos, ni nada que valga. Lo mínimo en lo que podemos terminar es en la cárcel y estamos preparados para ello.

¿Qué opina del argumento que esgrime el Gobierno de que hay que regular a las ONG porque a las ONG no les gusta que las controlen?
Ése es un argumento bastante pobre y propagandístico, porque efectivamente las ONG estamos bastante reguladas. Hay cosas que el Estado podría mejorar, si el Estado mismo estuviera más ordenado. Pero aquí por rendición de cuentas estamos doblemente controlados. Sólo el que no ha trabajado con los donantes puede creer que den esa cantidad de plata que ellos dicen para una ONG nacional. Aquí el único que ha manejado esa cantidad de plata, antes que los donantes establecieran el Fondo Común, ha sido el actual secretario de Cooperación Externa, Valdrack Jaentschke, que justamente manejaba un fondo de ocho millones de dólares que puso la AID. La ONG que él tenía se llamaba Centro Nicaragüense para el Desarrollo. El único asalariado verdadero que ha habido de la AID, dado que ellos satanizan tanto a la AID, ha sido Jaentschke. No sé si es que el ataque contra la AID y las ONG es porque está ganando “chayopuntos” frente a la señora Murillo, en la economía política del servilismo que ella dirige.

¿Si habían previsto estos ataques hacia las ONG y particularmente hacia Cinco y el MAM, cómo se prepararon para enfrentarlos?
Nosotros estamos preparados para argumentar, rendir cuentas ante instituciones serias, pero no lo que hay en la Fiscalía y en Gobernación. Esa ministra del Opus Dei que hace de Ministra de Gobernación... son policías políticas, no son instituciones serias. Cinco está preparado institucionalmente para dar respuestas a instituciones serias que se apegan a la ley, pero no está preparado para defenderse contra una actitud delincuencial que tienen los funcionarios, delictiva, violatoria de todas las normas y procedimientos, incluso de las normas del Ministerio Público. Es gente casi analfabeta en Derecho, que tienen una mentalidad policial, salieron de la Policía y saben de Derecho lo que yo sé de sánscrito.

Hace poco usted calificó al Gobierno como un Estado mara, ¿por qué?
Sí. La frase es del politólogo Andrés Pérez-Baltodano, que dice que esto ni siquiera llega, a lo que en ciencia política se conoce como una suerte de sultanato, un Estado manejado por sultanes; sino que es un Estado mara, porque tiene un comportamiento típico de los grupos pandilleros, siendo el epítome de esto la Mara Salvatrucha. Entonces tenemos, más que un Estado nacional o un Estado democrático o social de derecho que dice la Constitución, un Estado mara que actúa, se comporta, maneja la realidad como la manejaría una pandilla; que además tiene recursos, armas, fuerza, poder y se cubre con un velo —bien ralo— de la legitimidad que pudo haber tenido por el proceso electoral, pero que se ha deteriorado rápidamente.

Algunos dicen que sus críticas hacia el Gobierno y hacia la Primera Dama se deben a diferencias personales entre Rosario Murillo y Sofía Montenegro.
Yo no tengo ningún problema personal con Rosario Murillo. Lo que tengo es una crítica sistemática porque toda la vida ha sido una personalidad autoritaria y abusiva. La mía es una posición de principios, yo no le he disputado absolutamente nada. Yo lo que he reclamado son derechos. Yo era feminista durante la revolución y soy feminista ahora y seguramente me voy a morir siendo feminista. Doña Rosario ha sido quien es, una persona sin principios, sin escrúpulos, sin respeto por nada, con una tremenda ambición de poder; una persona que persiguió intelectuales, desde Ernesto Cardenal para bajo, y lo sigue haciendo. Mis críticas han sido a partir del comportamiento indebido y del abuso de poder. Ésa es mi obligación como periodista, porque yo entiendo que el periodismo tiene que hacer la función de fiscalización del poder, yo entiendo el periodismo como perro guardián de la democracia. Entonces yo no tengo nada personal contra ella, ni me interesa. Me parece que es una persona esperpéntica, abusiva, no es inteligente ni tampoco es culta. No tengo nada que decirle a esta persona.

¿Qué opinan sus amigos y familias de esta situación?
Bueno, están preocupados. La mayoría de mi familia había salido al exilio durante la revolución, tengo un hermano ejecutado por el Frente Sandinista. Yo me tropecé en León, en la marcha que impidieron gente del Frente Sandinista, con gente que me reconoció, que me quiso agredir y que me amenazó con que me iban a desbaratar. Me encontré con gente que me dijo “yo maté a tu hermano”, “yo le hice esto, yo le hice lo otro”. Mi familia está completamente aterrada por esto.

¿Qué opina de la vinculación que se ha hecho en los medios oficialistas entre usted y su hermano y la participación de éste en la Guardia Nacional?
Es absolutamente patético. Mi hermano Franklin tendrá sus responsabilidades, pero las asumió, pagó por ellas, lo mataron. Igualmente ésa fue su opción. Yo hablé con mi hermano, él sabía que yo andaba en el Frente y me dijo: “Hermana mantenete alejada de esto, yo asumí esta posición y aquí voy a morir, vos asumí la tuya”.

¿Él le pidió que lo ayudara una vez capturado?
No, mi hermano fue capturado y fue ejecutado posteriormente. A mí me parece que esto, para un gobierno que habla de reconciliación, es una completa muestra de falta de ética, de humanismo, de respeto por el dolor ajeno. Yo, igual que Carlos Fernando, soy de una familia emblemática, él tiene muerto a su padre que es un héroe, yo tengo asesinado a un hermano que es un antihéroe. En ambos casos refleja la división de las familias en Nicaragua y el dolor de las familias. Lo que me parece insólito es la pregunta que se hacen hoy todos los nicaragüenses: ¿entonces para qué se murieron los unos y los otros si volvimos a caer en una cosa peor? ¿Qué sentido tiene que ellos hayan matado a mi hermano cuando el somocismo lo representa hoy Daniel Ortega y Rosario Murillo? Ellos no son mejores de lo que critican a mi hermano. Quien está abriendo esas profundas heridas son ellos, están invocando a todos los muertos.
¿Cómo se vivía en el seno de su familia esa división, usted por un lado y su hermano por otro?
Con un dolor profundo. Mi madre lo vivió aterrorizada, porque para una madre no hay un hijo bueno y otro malo o que uno está correcto y otro equivocado; hijos son hijos.

¿Usted era la única de su familia que simpatizaba con el Frente Sandinista?
No, había otros hermanos. Así es que siempre ibas a terminar llorando, no importa en qué bando estuviera quien. Y el drama, el duelo, la tragedia, el dolor psicológico, la angustia, las pesadillas, las rupturas familiares que eso significó, están ahí y han costado mucho.

¿En algún momento su familia le achacó la culpa por la muerte de su hermano?
La responsabilidad colectiva, porque yo pertenecía al Frente. Era injusto, porque no fui yo quien lo ejecuté. A veces las culpas son colectivas y la culpabilidad que le hacían al Frente Sandinista me alcanzaba a mí, porque yo era una miembro del Frente.

¿Qué pensó usted cuando supo que su hermano iba a ser ejecutado?
No supe que había sido ejecutado. Yo lo fui a visitar a la cárcel y ahí fue donde me dijo: “No te metás
en esto“, porque yo sí pedí lo que se pide después de una guerra: que se les dé la categoría de prisioneros de guerra, y por lo tanto hay convenciones internacionales de cómo tratar a los prisioneros. Obviamente eso no se respetó. Después inventaron la historia de que había huido y que lo tuvieron que matar. Era lo que en tiempo de Somoza se llamaba el pisa y corre.

¿Ley fuga?
Sí, una ley no escrita, pero que existía.

¿Qué crímenes se le achacaron a su hermano en ese entonces?
Podés leerlos en El 19, ¿verdad? No quisiera remover eso, porque además están mis sobrinas, sus hijas.

¿Qué respuesta le dieron cuando intercedió por él?
Nada. La siguiente vez ya estaba muerto. Incluso han hecho mofa cuando yo llegué a retirar el cadáver de mi hermano, porque fue a mí a quien se lo entregaron. Yo no quiero revivir esa historia trágica, que además no sólo me la remueven a mí. Es tan poco sensitiva la reina de la reconciliación que no se da cuenta que está tocando un dolor que está a flor de piel. Por eso digo que está invocando a todos los muertos, que salgan de sus tumbas y los persigan, a él y a ella. Uno no juega con esas cosas. Cualquier antropólogo y psicólogo social te dice que debés de tener algún nivel de respeto sobre esas cosas, más en países que han sufrido guerras tremendas como la de Nicaragua, donde a veces toma generaciones para poder superar el trauma del conflicto bélico. Aquí hay una absoluta irresponsabilidad.

¿Qué consecuencias puede tener revivir esos traumas, como los llama usted?
Sólo el tiempo lo va a decir. Yo sí les puedo garantizar una cosa a don Daniel Ortega y doña Rosario Murillo: que todo lo malo que nos han hecho y que le están haciendo a esta sociedad, les va a regresar triplicado. Eso es lo que va a suceder. No sé cuánto tiempo va a tomar, pero todo el daño, el dolor que han infligido, la persecución, los ataques, todo lo que hacen, les regresará triplicado. Y eso va a ser su ruina.

Sin embargo se critica que la violencia, los abusos que se le achacan al Gobierno no han despertado a la población.
Yo no creo que es tanto apatía como que ha habido una campaña de intimidación y hay miedo. Creo también que hay de por medio una lección aprendida y una prudencia con la que actúa la gente. Es una mezcla del temor y la prudencia. Aquí va empezar la cosa con puñetazos, después vamos al garrote y después al rearme de los civiles.

¿Cree que habrá escenas más violentas?
Es impredecible. Cuando se cierran los espacios democráticos en una sociedad, cuando se impone un poder persecutorio, omnímodo, como el que pretende la pareja presidencial, hay un momento en que la gente va a buscar el oxígeno de la libertad. Cuando se te cierra el espacio para las machas cívicas, la organización cívica, la lucha por la vía de los procedimientos institucionales, el recurso de la ley, cuando todo eso desaparece, como está desapareciendo aceleradamente en Nicaragua, vos abriste la puerta a la ley de la selva, a la violencia. Vos ya ves que en la Policía ya hay dos corrientes, la de los institucionalistas y la de los partidarios, y que están perdiendo la batalla los institucionalistas. Un día de tantos amanece subordinada toda la Policía a la voluntad del caudillo. Eso fue lo que hizo Somoza, lo que hizo a la EEBI (Escuela de Entrenamiento Básico de Infantería), que terminó matando y persiguiendo a los ciudadanos según las órdenes del dictador. Para allá vamos probablemente si no ocurre algo, una reacción ciudadana y una reacción internacional oportuna y fuerte.

¿En ese sentido qué significado tienen las elecciones municipales de noviembre?
Es una campanada de alerta. A Daniel Ortega lo único que le falta para cerrar el país a cal y canto es apoderarse de todas las expresiones del poder del Estado. Ya tiene su estructura paralela de sociedad civil que son los CPC (Consejos del Poder Ciudadano), controla la Corte Suprema, el Consejo Supremo Electoral, controla parte de la Asamblea Nacional, tiene el Ejecutivo, está a punto de hacer caer a la Policía, anda tratando de manipular y subordinar al Ejército, va encima de la sociedad civil y de los medios de comunicación, que son los dos cuerpos que hacen el contrabalance de poder. Y si encima agarra las alcaldías locales, aplasta las sociedades civiles locales, ¿qué te queda? El control total y absoluto. Ése es el proyecto de Daniel Ortega. Por eso es que están persiguiendo periodistas, intelectuales y medios de comunicación.

¿Considera que estas elecciones son como las de 1990?
A mí no me gusta hacer predicciones, pero sí tengo un buen olfato político. Uno de los errores que ellos cometieron fue quitarle la personería jurídica al MRS y al Partido Conservador, porque les resolvió el dilema al electorado de por quién votar. Eso en principio pudo haber producido una gran abstención, pero después se da el segundo error, que termina de decidir a la gente y a otras fuerzas políticas: lo acontecido en León. El tercer gran error es éste que acaba de ocurrir el 10 de octubre con el asalto a las organizaciones civiles.

Ahora ponete a imaginar qué vamos a tener en Managua: ganando Alexis Argüello eso se convierte en la alcancía de doña Rosario Murillo. Y lo que vas a tener es una sucursal de la Gestapo en la Alcaldía, policía política y a los Cuarezma multiplicados como clones para andar llevando portátiles y rezadores y CPC por todos lados, en todos los barrios, persiguiendo a los ciudadanos. He visto la reflexión de al menos diez personas que eran indiferentes o que decían que ni muertos votaban por el PLC, que ahora han cambiado totalmente su posición. Creo que esa es una corriente subterránea, gigantesca que anda en toda la ciudad. Lo único es que ya pueden tener preparado el fraude. Ahora bien, no es lo mismo robarse Granada con unos cuantos votos, que robarse Managua con un montón de votos de diferencia. No creo que los liberales se van a quedar chupando el dedo.

¿A pesar del pacto entre Arnoldo Alemán y el presidente Ortega?
A pesar de eso, porque una cosa son los pactistas allá en la cúpula y otra es el votante liberal que va a estar furibundo. Claro que puede haber violencia y más si intentan hacer el robo descarado que según todas las informaciones que ya tenemos lo tienen montado.

¿Va haber fraude en las elecciones?
¿Vos lo dudás? No hay observadores, es obsecuente el presidente del Consejo Supremo Electoral. Pero la gente va a ir a votar. Ése creo que será el último intento de utilizar la vía democrática pacífica y cívica de las elecciones para tratar de frenar y contener esta voluntad totalitaria que tiene el Gobierno.

Pero los poderes del Estado van a seguir adheridos al Ejecutivo.
Pero abre la posibilidad de que se recomponga la correlación de fuerza y un espacio de negociación para poder sostener el Gobierno. Lo obliga a ceder, porque Daniel Ortega no quiere diálogo con nadie, él quiere subordinados, quiere rehenes. Él tiene de rehén al PLC, pues a lo mejor la elección serviría para que se aflojen las cadenas. Eduardo Montealegre puede que no sea santo de mi devoción, pero es una persona civilizada. No está interesado en crear una policía política en Managua. Si vos me das a escoger entre un Eduardo Montealegre y seguramente la policía política que van a poner en Managua, a ojos cerrados voto por Managua. Y ésa es la decisión que están tomando todos y cada uno de los electores. Aquí puede haber sorpresas.

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